PISA, la inclinada de la Toscana

Pocos lugares en el mundo traen una imagen tan concisa y clara como la ciudad de Pisa. Pisa y su Torre inclinada.
Lo que significó una gran frustración para los arquitectos del momento ha convertido a la ciudad en referencia clave de la historia de la arquitectura y uno de los lugares turísticos más concurridos de Italia, tanto es así, que a veces resulta imposible encontrar el espacio suficiente para llevarse la foto "obligada" en la que uno se encuentra empujando el edificio intentando linearlo.

Pisa es la capital de la provincia homónima, en la región Toscana, una ciudad pequeña, dividida por el río Arno y abrigada por un muro, como otras tantas en toda Italia, para protegerse de las continuas batallas vecinales, en este caso, Pisa y Florencia siempre fueron rivales.


Llegamos un Jueves Santo, como tantos otros turistas a la que es una de las capitales del Renacimiento, hacía calor, mucho más de lo que debería haber a estas alturas del año. Pisa en invierno tiene como media 11 grados y en verano alrededor de 26, temperatura que ya en abril alcanzábamos.

La mayoría de los turistas dedican horas allí, quizás un día, ya que sobre todo pasan el tiempo en el Campo de los Milagros, o Piazza dei Miracoli, declarado Patrimonio de la Humanidad en 1987, perdiendo la oportunidad de conocer una ciudad llena de encantos.

El Campo de los Milagros está compuesto por cuatro grandes edificios religiosos: el Duomo, el Baptisterio, la Torre y el Camposanto. Entre ellos se hallan amplios espacios de césped que los turistas aprovechan para descansar mientras admirarlos.

En 1173, según se inició su construcción, la Torre comenzó a inclinarse, y todavía hoy podemos ver los contínuos trabajos que requiere mantenerla en pie, debido a la base pantanosa del terreno de la ciudad. Tras diez años de cierre, la Torre vuelve a estar abierta y los interesados pueden subir hasta el último de los 294 escalones. Lo cierto es que aunque no tuviese la inclinación, la Torre por si misma es todo belleza, una pieza única del Renacimiento cuyo autor no se sabe con absoluta fidelidad.

El Duomo, es una catedral medieval dedicada a Santa María. Se empezó a construir en 1064 por el arquitecto Buscheto. La catedral merece una detenida visita por sus atrayentes dimensiones y su enorme colorido, los mosaicos del interior muestran una fuerte influencia bizantina, aunque los arcos apuntados muestran la influencia islámica.

La otra parte sobresaliente del Campo de los Milagros la compone el Baptisterio, un monumento que llama la atención for su forma redonda, con más de cien metros de circunferencia, lleno de luminosidad en su interior y de gran armonía. La obra, de Nicola Pisano, se finalizó en el siglo XIV.

Frente a las grandes obras, un gran pasillo que da acceso a diferentes museos de la ciudad y a la zona de restaurantes, terrazas, etc., mientras se camina a lo largo, un mercadillo lleno de souvenirs para los visitantes dará la oportunidad de comprar cualquier objeto de recuerdo.

Después de haber pasado algunas horas en la Piazza, una visita al pueblo merece la pena, no sólo para tomar una copa o, por supuesto, degustar algo de pizza italiana, sino para ver sus calles estrechas que se cruzan entre sí y derivan en plazas, en anchos pasillos llenos de tiendas, restaurantes, mercadillos, puestos ambulantes...
Al caminar, vale la pena fijarse en los detalles de los frontones de los antiguos edificios de la ciudad, que muestran tímidas piezas de arte, y atraen a cualquier cámara.

Pisa es una ciudad silenciosa, pese al carácter alegre y lo alto que hablan los italianos, se puede pasear por sus calles sólo escuchando un leve murmullo que distingue los pasos de los viandantes, del timbre de las bicicletas que inundan la ciudad. Cientos de ellas en cualquier vía, mayores y jóvenes utilizan los ciclos como medio de transporte, lo cual no sólo libra el ambiente de los claxons desafinados de los coches, sino que se respira en toda la ciudad mucho mejor. Además de otorgarle un dinamismo digno de imitación.

Para los interesados, en cualquier punto de la ciudad, pero especialmente en las cercanías a la Torre, se pueden alquilar por precios muy módicos, desde 4 a 10 euros, dependiendo de cuánto tiempo la alquilemos. Y además de bicicletas, también se pueden encontrar unas ciclos de cuatro ruedas y dos volantes que permiten hasta cuatro personas disfrutar juntos pedaleando del paisaje.

Sin embargo, la ciudad se puede ver fácilmente a pie, o incluso otra opción sería subirse a uno de los coches de caballos que recorren la ciudad por unos 50€. Si esto resulta inasequible, seguro que encontrará taxi fácilmente.

Pisa está viva, tres diferentes universidades (la Universidad de Pisa es una de las mejores del país, en ella estuvo enseñando Galileo Galilei) llenan de jóvenes la ciudad y especialmente durante la tarde-noche, ellos colman el ambiente de jolgorio y relax en sus plazas y a lo largo del paseo del río. Este supone incluso uno de los encantos, un constante rejuvener por sus pasajeros ciudadanos.

Así pues, cualquiera que sea el tiempo que decidamos pasar en este rinconcito del centro-noroeste italiano, será de fábula y seguro no defraudará.

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